Al comenzar a leer este libro, probablemente, no lo sintáis. Pero, durante el transcurso de la novela, comprenderéis hasta qué punto su título se adecua a la sensación de angustia y sofoco que provoca.
¿Conocéis esa especie de premonición o pálpito que se tiene, cuando se empieza a leer, sobre lo “bonita” que puede llegar a ser la historia que estáis por descubrir?
Jérôme, un niño de apenas once años, va a pasar los veranos a Fongueusemare —un pueblecito francés en la región de la Alta Normandía—. Allí viven sus tíos y primos. Después de una experiencia que cambiará su modo de ver el mundo, Jérôme y Alissa, su prima, prometen quererse siempre.
El tiempo transcurre, ambos siguen compartiendo momentos de lecturas, de entrega a la música, de charlas eternas... y su amor continúa creciendo, pero siempre contenido en su expresión, debido a los convencionalismos de la época y a sus profundas creencias religiosas.
Y esa contención se extiende a lo largo de la mayor parte de esta obra de André Gide, para, finalmente, demostrar cuánto daño puede hacer el pretender equiparar un amor con otro, una pasión con otra. Porque las recompensas no tienen que llegarnos por un sacrificio mal entendido, ya que esforzarse no significa convertirse en víctima de uno mismo.
«Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida eterna y pocos son los que la hallan.» Mateo 7:14.
En cualquier ámbito, ésa es una línea difícil de trazar, pero no imposible. Y aunque, demasiado a menudo, el premio se torna insuficiente o jamás llega, es en ese camino donde encontramos la mayor satisfacción.
Así que... ¿por qué no disfrutar del paseo, sin tener constantemente presente el destino al que nos conduce?
Es una historia muy interesante, la apunto a ver si cuando termine de matarme el polvo, (no seas mal pensada, que te conozco), el que he encontrado en casa a mi vuelta y las mil y una tarea más el trabajo atrasado pos eso...
ResponderEliminarBesines
Me encanta la reflexión final y la comparto 100%, muchas veces es más interesante el camino que el destino.
ResponderEliminarApuntado queda.
Un abrazo.
Jajaja, yo?? malpensada?? Qué va...
ResponderEliminarBueno, si te apetece y puedes, por aquí estaré esperando a que me cuentes qué te ha parecido.
Un abrazo!
Alejandro, es un libro, como ya decía, angustiante... e, incluso, habría quien diría "tan francés...", pero me gusta sacar ciertas ideas o ver el mensaje de las lecturas.
ResponderEliminarMe gusta pensar que éste, en particular, nos dice que disfrutemos de lo que hay, casi un carpe diem, porque el sacrificio de la felicidad no trae la felicidad eterna.
Un abrazo!