A veces, hablar sobre libros o historias que se tienen tan interiorizados es complejo. Es difícil mantener un tono analítico y no dejarse arrastrar por la pasión que nos producen. Y eso es, casualmente, lo que le sucede a la protagonista de esta novela.
En 1847, Emily Brontë publicaba —bajo un pseudónimo masculino— Cumbres borrascosas. Y, como ya sucedía en la entrada sobre Jane Eyre, quien no haya leído la novela que se detenga aquí y vaya a ponerle remedio, cuanto antes. Porque esto no va a ser una sinopsis sobre el argumento, sino que serán tres o cuatro pinceladas, intentando esbozar uno de los muchos dibujos que guarda esta obra.
La voz de la señora Dean —el ama de llaves— nos mantiene postrados junto al convaleciente señor Lockwood —inquilino de la casa—, escuchando la historia de la familia Earnshow. Y, con él, experimentamos el miedo por esos sucesos extraños, esas percepciones espectrales a altas horas de la noche, en una vieja casona, donde la figura de poder es un hombre sombrío y cruel. De ese modo, tenemos servido el elemento gótico, una vez más. Pero, en esta ocasión, la atemorizada no es una jovencita inocente, sino un visitante herido... que no puede huir.
Y no puede hacerlo porque están en medio de los páramos, esos en los que una Emily niña corría y jugaba con sus hermanos, esos que se convertían en fuente de libertad de una infancia solitaria y aislada del resto, por la posición social que ocupaban como hijos del diácono. Perdidos en el vacío de no pertenecer, como Heathcliff o la propia Jane Eyre, dentro de una sociedad que ahogaba con sus convencionalismos.
Sin embargo, mientras Jane —la chica con apellido que suena a aire— perdonaba y buscaba el sacrificio personal a favor de los demás, Heathcliff quiso venganza. Volvió, pero no traía redención, sino castigo. Fue más terrenal, fue el brezo y los precipicios de esta historia, ya lo dice su nombre.
Y ese es otro juego más de la autora, los nombres. Porque no es gratuito que lo exótico, lo sensual, lo salvaje, la pasión prohibida que tienta a Catherine tenga por único nombre la unión de ambos elementos. No, como tampoco lo es que la familia de insulsos, pusilánimes y clasistas sean los Linton, ni que el rastrero y vicioso hermano sea Hindley, ni que los Earnshow sean la poderosa familia que acoge al mendigo y luego lo humilla por serlo. Mendigo del que, como sucede con Adèle en Jane Eyre, no termina de aclararse ni la procedencia ni la paternidad. Una vez más, cuestión de sangre.
Sangre que queda purificada de la manifiesta crueldad de Heathcliff, en el momento en que la joven Cathy se casaba con el salvaje y analfabeto Hareton, a quien éste hizo a su imagen y semejanza... cuando aún creía. O no, siempre quedará esa duda, porque si algo se extiende a lo largo de toda la historia son las ganas.
¿Disfrutas de la literatura? Aquí podremos compartir opiniones, novedades, noticias, ideas y todo lo que tenga que ver con la ilusión de contar historias.
domingo, 22 de enero de 2012
domingo, 15 de enero de 2012
Pausa
De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
miércoles, 4 de enero de 2012
SS. MM. RR. MM.
Queridos Reyes Magos:
Este año, ni nos hemos portado mejor ni peor que otros... ya saben que somos buena gente. Aunque, si se trata de sincerarse, podríamos decir que podríamos haber sido mejores, pero también peores. Lo que sí podemos asegurar es que, al menos, lo intentamos.
Conscientes de ello, lo que les vamos a pedir no es algo exclusivo para nosotros, sino con el deseo de que llegue a todas las personas que, durante los pasados doce meses, también pusieron de su parte y lo intentaron, independientemente de si lo lograron o no.
Si, al final, deciden concedérnoslo es algo que dejamos a su criterio, puesto que por algo los llaman sabios en algunos idiomas.
La petición es la siguiente: oportunidades. Si nos ayudan a verlas, también sería de agradecer. Pero del resto nos encargaremos nosotros. A cambio, nos comprometemos a esforzarnos hasta un poco más lejos de lo que nos permitan nuestras fuerzas, a seguir luchando sin rendirnos por muy grande que sea el monstruo, a disfrutarlas como mejor sepamos, a compartirlas con aquellos que se hacen un hueco especial en nuestras vidas, a ofrecérselas a los demás sabiendo que ellos también las merecen y a volverles a escribir el año que viene con las mismas ganas e ilusión que éste.
Muchas gracias por anticipado y que tengan buen viaje.
Este año, ni nos hemos portado mejor ni peor que otros... ya saben que somos buena gente. Aunque, si se trata de sincerarse, podríamos decir que podríamos haber sido mejores, pero también peores. Lo que sí podemos asegurar es que, al menos, lo intentamos.
Conscientes de ello, lo que les vamos a pedir no es algo exclusivo para nosotros, sino con el deseo de que llegue a todas las personas que, durante los pasados doce meses, también pusieron de su parte y lo intentaron, independientemente de si lo lograron o no.
Si, al final, deciden concedérnoslo es algo que dejamos a su criterio, puesto que por algo los llaman sabios en algunos idiomas.
La petición es la siguiente: oportunidades. Si nos ayudan a verlas, también sería de agradecer. Pero del resto nos encargaremos nosotros. A cambio, nos comprometemos a esforzarnos hasta un poco más lejos de lo que nos permitan nuestras fuerzas, a seguir luchando sin rendirnos por muy grande que sea el monstruo, a disfrutarlas como mejor sepamos, a compartirlas con aquellos que se hacen un hueco especial en nuestras vidas, a ofrecérselas a los demás sabiendo que ellos también las merecen y a volverles a escribir el año que viene con las mismas ganas e ilusión que éste.
Muchas gracias por anticipado y que tengan buen viaje.
Sin elipse, nuestra estrella va hacia arriba. |
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