Los
relatos de El refugio son historias
de personajes que obligan al lector a enfrentarse a sentimientos no agradables,
en ocasiones, vergonzosos pero completamente reales y muy humanos.
Su
virtud reside en que, partiendo de esa premisa donde las personas sienten
emociones negativas, el autor consigue desarrollar un conflicto interior en la
psicología de dicho personaje para llevarlo hasta una salida positiva, donde la
solución pasa por admitir que ese punto negativo existe pero hay que dejarlo
atrás.
Imagen de cubierta de Víctor Martínez |
Así
consigue que el miedo, las mentiras, la envidia, el odio, el rencor, la rabia,
la culpa, la ambición desmedida… sean derrotados por el perdón, a través de la
amistad, el amor en sus diferentes formas, la generosidad y la comprensión.
Porque, únicamente, empleando la sorprendente capacidad humana de engendrar
sentimientos positivos se puede alcanzar un estado de serenidad interior.
La idea
global que parece lanzarnos El refugio
es que no hay que negar estas sensaciones por creerlas poco dignas, ya que
existen y son. Pero también podemos aprender a neutralizarlas con otras
propias, infinitamente más positivas.
De este
modo, lo que parecía oscuro en un principio se va llenando de luz. La estancia
austera y en penumbra posee una puerta hacia la claridad. Está en manos de cada
uno permanecer entre los restos devastados o atrevernos a cruzar ese umbral.