Como la estrofa de una canción, como la secuencia de una película, hay fragmentos de libros que regresan a nuestras mentes. Saltan, surgen, aparecen, activados por una frase robada a una conversación, por una escena que interrumpe tu itinerario habitual, por las letras desgastadas de algún cartel.
Desordenada es uno de esos libros. Fernando suele decir que le salió a borbotones, de dentro, sin censuras. Sin embargo, para leerlo, os recomendamos tomarlo en pequeños tragos. Puedes disfrutarlo en su totalidad o dejarlo sobre el escritorio, al lado de la tele, en el coche… y abrirlo por cualquier página, elegir algunos párrafos y degustarlos, como estos...
Entre las flores del jardín, ando criando un sentimiento huérfano, tú.Hoy he podado el jardín, hoy he hecho las maletas. Tanta rama no me dejaba ver el cielo. Hoy salgo, pero no para buscarte. Sé dónde estás, entre las flores de mi jardín. Enganchado a cada una de sus espinas.Me tocan ahora días de pétalos.
—¡Taxi!Taxi, esa palabra abierta, grande como la ciudad que lleva dentro.—¿Dónde va a ser?Cómo explicarle a este hombre que ya he llegado, que con subirme al taxi ya lo he conseguido, que nunca voy a bajarme de él…—A la Estación Sur.El taxi se mueve, se acerca a la estación, mi tren... aunque yo siento que me alejo.Quizás el mío no sea un amor de montañas, sino de horas. Quizás no busco la caricia que arranca, la que te rompe y te vence; sino esa caricia que te desnuda el párpado, ahuyentando la noche.Quizás el mío no era un jardín de flores, sino de caricias. Las mías, las de las flores, las de Mateo. El jardín, a fin de cuentas, no son las flores, sino las manos que las cuidan. Su jardinero. Y en las manos de Mateo cabe mi cuerpo entero. Siempre me gustaron, tan delicadas pero llenas de esa fuerza, manos que saben entrar en la tierra y sacarle limpia, húmeda, la flor a la rosa.Esas manos.
Me gusta el amanecer, les recuerda, tras la noche, su color a las rosas...
—Perdone, ¿puede dar la vuelta, por favor?
—Sí, claro, ¿olvidó algo?
—Sí, olvidé el día.
Desordenada, Fernando Ruiz Liquete
Qué bonitos los fragmentos!
ResponderEliminarMe han enamorado, así que apunto el libro a mi lista! :)
Gracias, Miss Frenesí. Te dejo el enlace de una entrada donde un alumno de la escuela leía otro fragmento de esta obra. Ya nos contarás qué te parece.
ResponderEliminarhttp://editorialam.blogspot.com/2011/02/rabia.html
Un abrazo!
Este texto me ha dejado sin palabras. Tengo que dejar de pasar por este blog sino tendré una lista interminable de libros por comprar y leer.. pobre mi bolsillo =( jaja pero desde que termine con la catedral del mar leo este sin ninguna duda, ya te contaré que me pareció. Un abrazo
ResponderEliminarHola, LadySuchard:
ResponderEliminarPor aquí estaremos, esperando tu opinión.
Un abrazo!
PD. Sí, la lectura es un "vicio" caro, pero sano... Los hay más caros y nada sanos, según las autoridades sanitarias advierten.
¡Dios es de los que te dejan un regusto estupendo! me lo apunto gracias cielo a ver cuando puedo que con el lío que tengo en casa no se yo cuando podré volver a disfrutar de la lectura...
ResponderEliminarUn besote
Hola, 40añera:
ResponderEliminarPonlos a todos a limpiarte la casa y ya está, vas a ver qué pronto recogen y te dejan tranquilita.
Genial que te haya gustado. Es un libro que merece la pena.
Un abrazo!
Gracias por la sugerencia. Apuntado está y a ver si el verano da para leerlo y si no pues para el otoño.
ResponderEliminarLa lectura es un vicio muuuuy caro, el otro es peor pero si le sumas un par de vicios más el mes se hace eterno. De todas formas, vale la pena cuando encuentras un libro de los que merecen la pena.
Pero, Alejandro, ¿qué vicios puede tener un chico sano como tú?
ResponderEliminarAdemás... siempre están las bibliotecas y otras personas lectoras. Ánimo!
Un abrazooo!