La infancia es una ciudad en la que no vas a volver a vivir. Aunque siempre puedes ir de visita. Y con esos ojos, capaces de emocionarse sin restricciones, echamos la vista atrás para recordar cuántas historias llenaron nuestros días de niños.
Aprendimos, entre risas y silencios intrigados, grandes verdades de la vida, de una vida justa… utópica.
Haz tu casa de ladrillo. Pide ayuda cuando la necesites realmente. Esfuérzate y obtendrás tu recompensa. No desobedezcas a tu madre, sobre todo si sales vestida de rojo. Tu opinión y la de aquellos que te quieren son las que importan, no las de los demás. Todos podemos convertirnos en alguien especial. Ni se te ocurra mentir o tendrás que pasar por quirófano. Lo importante se siente dentro y no en lo material…
¿A ti qué te enseñaron?
A mí me enseñaron a ser persona, que no es poco, que es mucho,(ya que seres humanos hay muchos, pero personas no tantas como debería), y yo aprendí y sigo aprendiendo cada día lo que puedo.
ResponderEliminarSaludos gente.
Hola, acróbata:
ResponderEliminarNo, no es poco... en ocasiones, es hasta demasiado, según parece.
Está bien seguir aprendiendo, está muy bien :)
Un abrazo!
A mí me enseñaron a intentar no hacer a los demás, lo que no me gustaría que me hiciesen a mí. Creo que es la mejor filosofía de vida :)
ResponderEliminarUn beso!
Buenas tardes, Aliena:
ResponderEliminarDesde luego, si todos siguiéramos esa filosofía, la vida sería muy diferente. Pero... a veces, somos demasiado humanos, ¿no?
Un abrazo, pero de los de verdad!
A mí me enseñaron a soñar. Con finales diferentes, con mundos mágicos, con cosas imposibles que en los cuentos siempre podían ser. Aunque ahora que lo pienso, los cuentos a veces son bastante crueles: princesas envenenadas, niñas devoradas por lobos, madrastras malvadas... Se salvan tal vez por lo de los finales felices.
ResponderEliminarA mis hijos, el cuento de los siete cabritillos les ha enseñado que nunca, nunca, nunca se abre la puerta a nadie. Un día me dejé las llaves al bajar por el pan y tuve que esperar a que viniera su padre para entrar en casa...
A mi me enseñaron a compartir, y que el dinero no da la felidad :)
ResponderEliminarUn beso!
Pues a mí me daban un poco de mal rollo. Moría mucha gente y los animales comían niños. Aunque reconozco que estaba enganchada a los libros de Teo y a los LeoLeo... y por supuesto, a Pandi y los Pajaritos, que supongo que te enseñaba a ser buena persona aunque la gente que te rodee sea a veces un poco pesada :)
ResponderEliminarHola AM.
ResponderEliminarPues a mí me enseñaron que si eres bueno al final tienes tu recompensa, creo que no hay mejor motivación que pensar que al final hay algo bueno esperando a la buena gente.
De la infancia me quedo con los recuerdos pero no volvería a ella.
Un abrazo.
Mayte, has mencionado uno de los que recuerdo con especial cariño. Pero como una ya era un poco tiquismiquis desde pequeña... solía decirles, cuando me lo contaban, que esa puerta la tenían que arreglar, porque si le cabía la patita, entonces podía entrarle todo el cuerpo.
ResponderEliminarSí, tienen el punto ese de "una posible existencia cruel", pero lo bueno es que te aseguran que se puede vencer lo negativo, los malos nunca ganan... aunque existan.
Jajaja, bien por tus hijos :)
Un abrazo
Miss Frenesí, te enseñaron algo tremendamente importante. Me alegro!
ResponderEliminarUn abrazo!
Key... tengo que investigar sobre Pandi y los pajaritos, me tienes intrigada.
ResponderEliminar¿En qué cuentos se comen a los niños unos animales?
Un abrazo!
Hi, Mr. Basketbit:
ResponderEliminarSí, es una gran motivación. Esperemos que no nos engañasen, ¿no?
Un abrazo!
HOLA. SI NO TE IMPORTA, VOY A SENTARME EN LA PLATEA DE TUS SEGUIDORES PARA PODER VER MÁS DE CERCA LO Q’ TIENES PARA DECIR ..
ResponderEliminarP.D. EL PRÓXIMO 31 DE OCTUBRE TE ESPERO EN “EL HECHIZO” ;)
SALUDOS..
A mi me enseñaron que el mal que hagas rebota y se vuelve contra ti, que ser honesto es bueno aunque las verdades ta hagan perder amigos, que los que no se quedan es porque no lo eran y los que se van pero lo son volverán siempre.
ResponderEliminarA ser buena persona aunque te llamen tonta y que si la tontería era honradez que vivan los tontos, en fin, a recibir mas bofetadas que besos
Tu entrada me ha encantado
Besotes
Bienvenido, José:
ResponderEliminarYa sabes que estás en tu casa!
40añera... dinos qué cuentos te contaban a ti para aprender todo eso, porque a algunos nos ha costado lo nuestro averiguar que hay gente así.
ResponderEliminarLo de recibir más bofetadas que besos también es muy cierto!
Un abrazo enorme!!
¿Y Caperucita? No se la llegaban a zampar, pero la idea inicial era ésa. Miedo.
ResponderEliminarClaro, la amenaza existía, porque el mal existe. Pero nunca llegaba a pasar nada realmente cruel, siempre ganaban aquellos que se habían portado bien, los de buenos sentimientos, se hacía justicia. Existía la recompensa.
ResponderEliminarAdemás, la versión que me contaban a mí, aunque se comiera a la abuelita, luego la sacaban sana y salva.
¿Miedo? Miedo da la vida real!!
Más abrazos!