miércoles, 27 de julio de 2011

Que mil años no es nada...

«¡Eso no lo escribas!». Estas son palabras del Juan I encarnado por Paul Giamatti, tras uno de sus intentos fracasado por tomar el castillo de Rochester, a un señor vestido de negro que, desde primera línea, parece anotar todo lo que allí está aconteciendo.

Cartel original
Y es que, según cuenta la historia de los libros, debido a los problemas sociales y a la espinosa relación internacional, los nobles ingleses se alzaron en rebelión contra Juan I, conocido como Juan Sin Tierra. Éste, en junio de 1215, se vio obligado a firmar la Carta Magna, con la que sometía su poder al criterio de una serie de barones.

Sin embargo, alegando que había sido coaccionado, el Papa le reconoció su derecho a destruir ese tratado y volver a adquirir plenos poderes. Atrás quedaron, así, los abusos despóticos, las disputas por el trono y las desavenencias del monarca con Roma.

Con ese apoyo, Juan comenzó una especie de reconquista, masacrando los castillos de la costa inglesa… hasta que llegó a Rochester.

Y ése es el punto de partida de Templario (Ironclad 2011).

Siguiendo la estructura de «el reclutamiento de viejos y nuevos compañeros para un posible trabajo», al más puro estilo Ocean’s Eleven, el barón Albany y sus hombres se atrincheran en el castillo de Rochester para frenar al bárbaro ejército danés del que se vale el rey Juan.

Entre las fuerzas de Albany (Brian Cox), encontramos los diferentes arquetipos propios de esta clase de historias. Guy (Aneurin Barnard), el joven escudero, idealista y todavía demasiado inocente. Beckett (Jason Flemyn), el don juan del grupo, enfadado con el mundo. Coteral (Jamie Foreman), el gracioso vocinglero. Wulfstan (Rhys Parry Jones), el honrado y leal padre de familia… y el indiscutible protagonista, Thomas Marshall (James Purefoy), el misterioso y letal templario que vive atormentado por las atrocidades cometidas en nombre de su fe en el dios cristiano y su representante en La Tierra. 

Purefoy y Mara

A su hercúlea misión, se les llega a sumar, incluso, Lady Isabel (Kate Mara), la valiente señora del castillo y tentación de Thomas, una de las pocas mujeres que aparecen en todo el metraje. Todos en busca de la justicia, la lucha de David contra Goliat, la resistencia de los valores humanos frente a los abusos.

Cartel en España
Hoy, casi mil años después, el mundo se ve conmocionado por el asesinato de 92 seres humanos, en un país escandinavo, a manos de un individuo que se autodenomina templario y que lucha contra la invasión de infieles.

Esta ciudad, desde donde os escribimos, se prepara para recibir la visita del Papa actual, en las JMJ.

Y justo, desde este Sol, parten decenas de personas en su propia cruzada, buscando una esperanza, perdida entre el despotismo y la avaricia.

¿En qué hemos cambiado?

domingo, 24 de julio de 2011

Si fueran de carne y hueso...

Y, de nuevo, la mente y sus extrañas asociaciones. En esta ocasión, desde un punto particularmente subjetivo, os proponemos un juego.

Viendo estas imágenes, ¿sabéis cuál es la película?


Amanda Seyfried



   

     Pista 1. La protagonista cantarina.







Olivier Martinez
 




Pista 2. El guaperas con nombre artístico.




Cher





      3. La mala, fan eterna de AlphaVille








¿Qué os sugiere?

miércoles, 20 de julio de 2011

Cuestión de lealtad

Es el cumpleaños de Rachel (Ginnifer Goodwin) y su mejor amiga, Darcy (Kate Hudson), le ha preparado una fiesta sorpresa. Tras la celebración, la primera le confiesa, «de pasada», a Dex (Colin Egglesfield), el prometido de la segunda, que estuvo muy enamorada de él. Y, en un ¿impulso?, pasan la noche juntos.

Hudson, Egglesfield y Goodwin

Ese es el argumento de Algo prestado, olvidable adaptación a la gran pantalla de la novela homónima de Emily Giffin y primer volumen de una saga que está teniendo bastante éxito entre el público. Así que no perderemos las esperanzas.

¿Pero qué falla en esta película? Además de la poco creíble interpretación de los dos protagonistas, la falta de coherencia entre el carácter de los personajes y su forma de actuar es el principal problema.

Si se nos presenta a Rachel como una mujer de 30 años, profesional, seria, responsable, amable y muy considerada, ¿cómo puede comportarse como si no hubiera sucedido nada después de haberse acostado con el prometido de su mejor amiga?

Krasinski, Goodwin y Hudson

Si Dex es el arquetipo de chico sano, bueno, educado, triunfador, serio y enamorado, ¿es lógico que, tras haberle sido infiel a su novia y pasarse el día lanzándole miradas tiernas a su cómplice en el delito, haga que Darcy de un recital de gemidos a toda la casa, audiencia entre la que se cuenta la propia Rachel?

«A veces, las buenas personas hacen cosas malas, ¿no?»

¿Es posible que ambos sean unos mentirosos natos? Sí, es más que probable. Pero el hecho de mentir no exime de los sentimientos que eso conlleva. Apenas vemos remordimientos por parte de ella y, desde luego, él no conoce siquiera esa palabra.

Sin querer desvelar nada más, por si algún valiente se atreve, sólo preguntar dónde queda la lealtad de esta chica. Su traición hiere, pero la deslealtad producida por su cobardía destruye. Ésa es la moraleja obtenida, tras un gran esfuerzo intelectual, al ver esta película.

«… te echo de menos… cada día.»

Una historia que podría haber dado lugar a multitud de situaciones muy «aprovechables» ha resultado ser una decepción. La casi ausente carga dramática, los pocos e insípidos momentos cómicos y la artificialidad de la pareja principal hunden sin remedio las posibilidades argumentales y los pocos instantes, siempre de manos de los secundarios, que podrían salvarse. De estos fragmentos, destacar a Ethan (John Krasinski), el incombustible amigo que no duda en decir las verdades, con cariño, pero sin piedad.

Goodwin y Krasinski


¿Alguna vez, la película os ha disuadido de leer el libro?

jueves, 14 de julio de 2011

Érase una vez...


La infancia es una ciudad en la que no vas a volver a vivir. Aunque siempre puedes ir de visita. Y con esos ojos, capaces de emocionarse sin restricciones, echamos la vista atrás para recordar cuántas historias llenaron nuestros días de niños.

Aprendimos, entre risas y silencios intrigados, grandes verdades de la vida, de una vida justa… utópica.

Haz tu casa de ladrillo. Pide ayuda cuando la necesites realmente. Esfuérzate y obtendrás tu recompensa. No desobedezcas a tu madre, sobre todo si sales vestida de rojo. Tu opinión y la de aquellos que te quieren son las que importan, no las de los demás. Todos podemos convertirnos en alguien especial. Ni se te ocurra mentir o tendrás que pasar por quirófano. Lo importante se siente dentro y no en lo material…

¿A ti qué te enseñaron?

jueves, 7 de julio de 2011

Tus manos...

Como la estrofa de una canción, como la secuencia de una película, hay fragmentos de libros que regresan a nuestras mentes. Saltan, surgen, aparecen, activados por una frase robada a una conversación, por una escena que interrumpe tu itinerario habitual, por las letras desgastadas de algún cartel.

Desordenada es uno de esos libros. Fernando suele decir que le salió a borbotones, de dentro, sin censuras. Sin embargo, para leerlo, os recomendamos tomarlo en pequeños tragos. Puedes disfrutarlo en su totalidad o dejarlo sobre el escritorio, al lado de la tele, en el coche… y abrirlo por cualquier página, elegir algunos párrafos y degustarlos, como estos...

Entre las flores del jardín, ando criando un sentimiento huérfano, tú.
Hoy he podado el jardín, hoy he hecho las maletas. Tanta rama no me dejaba ver el cielo. Hoy salgo, pero no para buscarte. Sé dónde estás, entre las flores de mi jardín. Enganchado a cada una de sus espinas.
Me tocan ahora días de pétalos.

 

—¡Taxi!
Taxi, esa palabra abierta, grande como la ciudad que lleva dentro.
—¿Dónde va a ser?
Cómo explicarle a este hombre que ya he llegado, que con subirme al taxi ya lo he conseguido, que nunca voy a bajarme de él…
—A la Estación Sur.
El taxi se mueve, se acerca a la estación, mi tren... aunque yo siento que me alejo.
Quizás el mío no sea un amor de montañas, sino de horas. Quizás no busco la caricia que arranca, la que te rompe y te vence; sino esa caricia que te desnuda el párpado, ahuyentando la noche.
Quizás el mío no era un jardín de flores, sino de caricias. Las mías, las de las flores, las de Mateo. El jardín, a fin de cuentas, no son las flores, sino las manos que las cuidan. Su jardinero. Y en las manos de Mateo cabe mi cuerpo entero. Siempre me gustaron, tan delicadas pero llenas de esa fuerza, manos que saben entrar en la tierra y sacarle limpia, húmeda, la flor a la rosa.
Esas manos.

Me gusta el amanecer, les recuerda, tras la noche, su color a las rosas...

—Perdone, ¿puede dar la vuelta, por favor?

—Sí, claro, ¿olvidó algo?

—Sí, olvidé el día.
 Desordenada, Fernando Ruiz Liquete





miércoles, 6 de julio de 2011

Maggie, una chica de las calles

En la actualidad, Stephen Crane es conocido como uno de los pioneros del Naturalismo norteamericano y valorado por la crítica como uno de los autores con mayor capacidad de innovación entre sus coetáneos.

Con 16 años, ya había publicado unos cuantos artículos y, a pesar de su prematura muerte a los 28, consiguió escribir varias obras reconocidas mundialmente. Entre ellas, The Red Badge of Courage, una novela que trata sobre la Guerra Civil Americana, aunque Crane jamás llegó a pisar el campo de batalla. 

Pero, con toda seguridad, su obra decisiva, por la que sería recordado, es Maggie: A Girl of the Streets.



Esta breve novela, quizás relato largo, es considerada el primer ejemplo de Naturalismo no adulterado, dentro de la historia literaria americana. Sin embargo, en su día y ante las negativas de distintos editores, un Stephen Crane de tan solo 21 años decidió autoeditarse.

 La historia de Maggie es una dura muestra de la realidad vivida en los barrios pobres, marginales, creados a raíz de la industrialización de toda una sociedad que se había mantenido gracias a la agricultura.

La crudeza que emplea el autor se ve reforzada por figuras retóricas contundentes —sinestesia, sinécdoque, personificaciones, metáforas y la analogía de la protagonista con María Magdalena—, marcando la obra con un estilo propio. Mientras, por otra parte, se aprecia, claramente, la influencia no asumida de los textos de Émile Zola. Lo cual convierte a Maggie: A girl of the Streets en una demostración de cómo el determinismo biológico es imposible de superar.

martes, 5 de julio de 2011

Coloreando el calor

Durante los próximos meses, podréis disfrutar de la exposición de pinturas de Mapi, en la sala Diacqua de Madrid.

Os dejamos el cartel de la inauguración, que tendrá lugar este jueves, 7 de julio, a eso de las 21:30.

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