TÍTULO: Contra el viento del norte. / (Cada siete Olas)
AUTOR: Daniel Glattauer
SINOPSIS
Leo recibe un correo electrónico de Emmi por error. Su dirección es muy parecida a la de una revista de la que Emmi quiere eliminar su suscripción. Debido a este malentendido, ambos comenzarán una correspondencia diaria llena de vaivenes, ironías y humor, creándose un vínculo muy especial entre ellos del cual el lector, a veces, se siente un intruso.
ESTRUCTURA
Si tenemos en cuenta las dos obras, el autor ha dividido hábilmente la historia en dos grandes partes. La primera sería el primer libro, en el que hay una estructura interna o argumental bastante clara, ya que se nos habla de cómo se conocen los dos protagonistas y de la evolución de su relación, intensificándose hasta el límite de querer conocerse en persona, y hacerlo a medias (sin acercarse el uno al otro, estando en el mismo sitio). Externamente, esa primera parte se divide en diez capítulos en los que se van incluyendo datos sobre ambos personajes que influyen en su relación: Emmi le suelta que está casada, él le habla de su relación fallida con Marlene, ella le quiere presentar a su amiga Mia, haciendo de celestina… Poco a poco, y siempre en clave de «correo electrónico», vamos sabiendo cosas de ellos, aunque, obviamente, sólo lo que ellos quieren contarse mutuamente.
Cubierta en su versión alemana |
También ayuda a ello, en términos de diseño, el que la obra esté fragmentada en correos electrónicos, según los cuales conocemos los días que van pasando, sus hábitos de «escritura», etc…
Algo que nos ha llamado mucho la atención es cómo el autor consigue crear dos voces tan particulares y distintas. La voz narrativa de la obra es doble, en el sentido de que conocemos las cosas según el punto de vista de ella y de él. De esta manera, no sólo se nos acerca a los personajes por lo que dicen, sino por cómo lo dicen (sería mejor decir por cómo lo escriben) y cómo se analizan mutuamente.
Como el ámbito en el que se mueven es la red, realmente la ambientación de la obra es la recreación que hacen ambos al escribir (cuando quieren) sobre sus mundos respectivos: sobre sus casas, sus habitaciones, sobre el viento del norte que no deja dormir a Emmi… Es por ello que el contexto está algo abierto, todo lo que la red de redes permite. Eso sí, se nos describe muy bien el bar donde se encuentran y, por lo menos, sabemos en qué ciudad alemana están.
Los personajes los conocemos por lo que ellos quieren contarnos de sí mismos. Es una forma muy particular de presentar personajes, ya que quedan más expuestos que cuando son presentados por un tercero. Aún así, tanto Emmi como Leo, se nos hacen cercanos y nos sentimos reflejados en ellos, o más bien en su relación y en los malentendidos con los que se van encontrando. Ella es descarada, interesante, una chica atrevida… aunque, en persona, no logre ser realmente así. Es una expresión de un «yo» mucho más íntimo y deshibinido. De hecho, físicamente tenemos tres tipos posibles de Emmi (según Leo), lo cual hace que, como lectores, seamos un poco más partícipes del juego que se traen entre manos. Él es elegante, divertido, le gustan las mujeres… físicamente sabemos que es atractivo.
El resto de personajes nos los van presentando ellos en sus correos, por la forma en que tocan su vida. En el caso del marido de Emmi y sus dos hijos, al princpio, nos sorprende mucho conocer su existencia. Parece que la relación que tienen es la ideal, salvo que ahora que ha aparecido Leo, no queda tan claro. Luego está la hermana de Leo, que éste utiliza hábilmente para que le hable de las posibles Emmi del café (y que, según Emmi, podría ser modelo). Y también está Mia, la amiga de Emmi, embajadora suya, con un papel claro de «investigadora» del hombre que está haciendo que su amiga destruya su vida perfecta. En general, los detalles que se nos dan de estos personajes secundarios son los necesarios para que hagan su papel y punto.
El desenlace de esta primera parte no podría ser mejor. Una vez que el marido de Emmi se pone en contacto con Leo, este decide irse a Boston a cambiar de aires… dejando a Emmi sin su «amigo por carta». Como lector te quedas totalmente sorprendido, acostumbrados como estamos a los finales felices, al «vivieron felices y comieron perdices». Pero, eso sí, consideramos una estrategia comercial muy buena el hecho de haber cortado justo ahí para hacer una segunda parte, ya que las expectativas del lector se ven totalmente incitadas a leer el segundo libro para ver qué pasa después… Eso sí, si no sabes que existe un segundo libro, puedes sentirte un poco «estafado».
En cuanto al título, al principio no le encontrábamos mucho sentido, ya que está basado en una anécdota que Emmi le cuenta a Leo una noche que no puede dormir. Al ser algo personal entre los dos personajes, en un primer momento, no parece que tenga que ver con nada. No nos parece especialmente llamativo a priori. Pero una vez leído el libro, es hasta tierno. En el segundo libro también utiliza una anécdota que Emmi le cuenta a Leo para titularlo. Consideramos que podría haber sido más original en los títulos, hacer más referencia a la correspondencia por correo electrónico o algo así.
ESTILO
La historia está muy bien contada. El autor consigue desdoblarse en dos personalidades distintas, creando dos voces independientes, con la complejidad que eso requiere. Podría estar escrito por dos personas diferentes ya que cada uno tiene su léxico, su universo de palabras, formas de decir las cosas, adjetivos a elegir.
Además, también ha conseguido mantener el tono propio de la correspondencia por email, ese «submundo» en el que la comunicación adquiere otro nivel. Lo explota a tope y, de hecho, los usuarios del correo electrónico seguramente encuentran un montón de guiños en los mensajes entre los dos protagonistas (desde el FW de respuesta, pasando por añadir los segundos o minutos que tarda en llegar la respuesta, hasta el fabuloso mensaje del administrador del sistema). No sabemos si llegará a tanto, pero queremos hacer este pequeño apunte: nosotros en algún momento incluso calculamos si realmente se podían escribir párrafos de esas extensiones en los minutos en los que, supuestamente, lo habían escrito…
El ritmo de la novela es bastante ágil. A pesar de que la correspondencia la mantienen durante más de un año, como lector enganchas la lectura y prácticamente lo devoras en un día. Es cierto que, realmente, es como un diálogo continuo, y eso siempre agiliza mucho la lectura. De hecho, los diálogos ayudan a construir una voz y no deben ser conversaciones insustanciales, siempre están ahí para aportar algo, es necesario justificar su acción. Y en el caso de estos dos, verdaderamente no sobra ni una palabra. Todo lo que se van diciendo tiene su motivo y está más que justificado. Te llevan a algo concreto, van sumando, no restando.
Si no existiera una segunda parte, la historia hubiera sido demasiado larga para una única novela. En ese sentido, la elección de dividir la historia en dos es buena.
En general, se podría decir que el autor consigue ser muy creíble gracias a su dominio del lenguaje y, sobretodo, del lenguaje de internet.
VALORACIÓN FINAL
Creemos que esta novela es un cortejo en toda regla. El autor ha sabido utilizar un medio relativamente moderno, como es el correo electrónico, para servirse de él y contarnos la evolución de un romance. Es algo que ya se ha hecho con anterioridad, el intercambio epistolar (recordemos el 84 Charing Cross Road), y normalmente siempre ayuda a conocer mejor a los personajes y a sentirse más identificados con ellos. Es lo que sucede en esta novela, que como lector te sientes cómplice de su relación, te metes mucho en la historia, casi como si fuera algo tuyo. Si encima añades un humor ágil y la picardía de los protagonistas, tienes la fórmula del éxito.
Es un tipo de lectura a la que puede tener acceso un público muy variado y logrando entretener que, al fin y al cabo, es lo que muchos lectores buscan al comprar un libro.
Sin duda, es un nombre que apuntarse, el del autor, porque sabe ganarse al lector y, sobretodo, sabe contar historias.
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