jueves, 26 de mayo de 2011

L'Arnacoeur


Porque no todo van a ser historias densas y momentos de profundización en pensamientos ajenos y propios, hoy nos gustaría hablaros de L'Arnacoeur o, como se ha llamado en España, Los seductores.

Esta poco convencional comedia ¿romántica? francesa nos cuenta cómo un grupo de artistas del engaño se dedica a abrirles los ojos a incautas que han caído en las redes de alguien que no les conviene.

«Hay tres tipos de mujeres: las felices, las infelices que se resignan y las infelices que no lo aceptan.»

Así, familiares o personas cercanas, velando por el bienestar de estas pobres desdichadas, buscan los servicios de Alex. Y él, ayudado por su equipo y a un módico precio, las seduce. Naturalmente, ellas caen sin remedio derretidas a sus pies siempre...

¿Siempre? Bueno, para eso tendréis que darles una oportunidad a Romain Duris, Vanessa Paradis y al resto del elenco dirigido por Pascal Chaumeil. Lo cual os recomendamos, porque… a veces, necesitamos bajar un poco el ritmo, relajarnos y reírnos con las cosas más sencillas.

¿Os apetece?

domingo, 22 de mayo de 2011

A modest proposal

Reflexionando, reflexionando… cual Molly Bloom, de esto a aquello sin pasar por eso pero sabiendo que es aquí y también allí entonces y ahora con la absoluta certeza de la existencia futura en las antípodas de cualquier lugar porque la verdad es tan transparente que nadie la ve y tan estática que nadie la escucha ya que vive tentada por los bancos a tomar desde el fondo algo más que descanso y si estuviéramos en la tele sería nieve dónde están esos bienes que se nos prometían después de todos estos años nevando que no te olvides en casa el impermeable porque en Dublín llueve con frecuencia y el recuerdo de haber leído A Modest Proposal quién sabe por qué quizás inevitablemente y sintiéndolo tan cerca nos llega el calor de este Sol que a unos alumbra y a otros les provoca insolación.

Perdón por este nefasto  intento de «torrente de conciencia». Pero la relevancia de la estructura estilística es tanta, en un texto, que puede contener, con frecuencia, gran parte del significado. Aunque, también, se requiere de la complicidad y colaboración del lector, como siempre.

En este ensayo que un tal Jonathan Swift publicó anónimamente en 1729, se sigue la estructura y el estilo de la sátira latina, en concreto la de Juvenal. Es decir, se burla de los problemas sociales, menospreciándolos y ridiculizándolos. A menudo, mantiene un tono de indignación moral, sarcástico, recurriendo incluso a la humillación personal para conseguir su objetivo.

A Modest Proposal de Gustave Doré

Sin embargo, en su día, hubo quien no quiso ver la crítica a las condiciones en las que se encontraba la mayor parte de los irlandeses, ni el desprecio a la economía mercantilista que se estaba desarrollando con brutalidad en aquellos tiempos por parte de Inglaterra. Y tampoco quisieron —o pudieron— percatarse de la forma irónica en que pone de manifiesto aquello de «la riqueza de un país reside en sus gentes».

Aunque otros, por el contrario, cayeron en la «manipulación» del autor, quien muestra una voz narrativa pretendidamente fría, calculadora —nunca mejor dicho—, y racional hasta la crueldad para que el lector se ponga de parte de las posibles víctimas. Pero lamentablemente, no por ello, se solidarizaron con los afectados de la situación real. Algo, por otra parte, bastante común, eso de indignarse por las medidas, pero no por las circunstancias existentes en lo cotidiano.

De nuevo, una lectura muy recomendable, sobre la que reflexionar, sin dejar de mirar la fecha en que se escribió y luego el calendario propio.
  

A Modest Proposal for Preventing the Children of Poor People in Ireland from Being a Burden for Their Parents or Country, and for Making Them Beneficial to the Publick (link).

Una modesta propuesta para prevenir que los niños de los pobres irlandeses sean una carga para sus padres o el país, y hacerlos útiles para el beneficio público (enlace).


Si podéis, es mejor la versión original...

Que nadie os lo cuente.

martes, 10 de mayo de 2011

La fórmula del best seller


Una de las grandes incógnitas del mundo editorial es la fórmula para la producción de un best seller. Sí, producir más que escribir. Porque, desafortunadamente, lo que se busca es el beneficio monetario, más que la transcendencia literaria. Es una realidad y no vamos a negarla.

En el documental Best seller a cualquier precio, emitido en La2, se nos muestra el increíble circo que se ha organizado, en torno a esto, para conseguir ese preciado manuscrito que se venderá como un producto más en el mercado. Y, además, intentan analizar los requisitos clave que éstos han de tener.
 
«Tengo una suerte increíble. Y es que, en estos cinco años, mis cinco libros han sido número uno en ventas del año. Pero soy totalmente consciente de que no son las cinco mejores novelas del año». Mark Levy
 
Admitida esta falta general de calidad literaria, propiamente dicha, centrémonos en cuáles son las claves para «fabricar» un best seller.

Con frecuencia, cuando le preguntas a alguien sobre uno de estos libros, todos suelen coincidir en aquello de «es que engancha, no pude dejar de leerlo». Así pues, parece que han de ser historias que capten la atención del lector por su temática, pero sobre todo porque estén escritas de una forma que atrape… desde el principio.

«¡Dios mío! –gritó la reina-. ¡Me han violado! ¿Quién ha sido?» Mary Higgins Clark


¿Nos lo creemos? ¿Y qué pasa con la publicidad? Sin entrar en las abrumadoras campañas millonarias, muchos insisten en que la mejor técnica de venta, en cuanto al mercado editorial se refiere, es el boca‒oreja. Y puede que sea cierto, aunque nos gustaría aclarar que con matices importantes, muy importantes.

Hay un gran sector de la población lectora que compra por impulso. Es decir, ve el libro, le llama la atención y decide hacerse con él. Eso significa que el objeto ha de existir físicamente. De ahí que las grandes editoriales —en el sentido financiero— realicen tiradas de muchos más ejemplares de los que estiman van a ser vendidos (y el resto, luego, lo queman).

Su objetivo es llenar las mesas de novedades, que formen pilas en las librerías, para que no pasemos de largo sin verlo, de hecho, para que no podamos ver nada más que su último proyecto.

De todas esas personas que han sido «víctimas» de una torre de libros apilados, habrá un tanto por ciento que lo recomiende —sin prestar— a sus amigos y conocidos. Y estos, a su vez, se lo recomendarán a otros, produciéndose así el fenómeno que antes comentábamos. Entonces, sí funciona, pero el «pequeño» detalle a destacar es que cuanto mayor sea el número inicial de bocas que aconsejan más serán las orejas que escuchen en el tiempo. Obvio.

Aquí, surge la pregunta… ¿Hasta qué punto los lectores somos responsables de lo que se publica?
 
«Hoy por hoy, el problema es que los libros que se convierten en best sellers no son los mejores. Cuando yo iba a la universidad, si mirabas las listas de best sellers, encontrabas novelas estupendas. Te topabas con John Updike, Eudora Welty, Truman Capote, una novela póstuma de Hemingway...» Dana Gioia, Presidente del Fondo Nacional para las Artes de Estados Unidos.

Somos libres para comprar, es más, somos libres para leer. Sin embargo, ¿hacemos buen uso de esta «libertad»? Quizás, para ello, deberíamos contar con un criterio propio, ser capaces de señalar lo que nos gusta y por qué. Quizás, también, tendríamos que pensar y eso no conviene en exceso.

¿Nunca os ha pasado que, al terminar una obra, habéis pensado: «¡¡Y esto sólo lo conocemos cuatro gatos!!»?

¿Qué nos pasa?

domingo, 8 de mayo de 2011

... y la mente responde.

Quién sabe cómo funciona el subconsciente… Quizás sea, durante ese duermevela posterior a la sobremesa, una voz amplificada vibrando en el cristal de la ventana. A lo mejor, son esas conversaciones de sonrisa compungida que viven en la duda de si, en unas semanas, volverán a estar en el aire. Aunque tampoco se puede descartar la plaga postal de níveas tarjetas por las que caminan hormigas con tu nombre.

Quién sabe cómo funciona el subconsciente… La cuestión es que, al despertar, aún en estado semicomatoso, estos labios no paran de tararear, en un susurro, el mensaje jamás cifrado de John Winston…

Y que cada uno busque lo que quiera, «right‒on».

lunes, 2 de mayo de 2011

Siempre el mismo día

Cubierta original
Aunque ya se habían visto antes, Emma y Dexter se han conocido en la graduación y han pasado toda la noche juntos. Al día siguiente, San Suitonio, ambos han de continuar su propio camino, pero van a seguir manteniendo el contacto y, cada 15 de julio, seremos testigos de cómo han ido evolucionando sus vidas a lo largo de casi veinte años. Siempre el mismo día.

Ella se enfrenta al mundo con su doble titulación en Filología Inglesa e Historia cum laude, muchos ideales, sueños de ser escritora, una familia de origen humilde y bastante inseguridad disfrazada de realismo e ironía. Él, sin embargo, se ha licenciado con un triste bien en Antropología, pero le sobra autoestima, carisma y dinero de papá para pensarse, con absoluta tranquilidad, a qué se dedicará en el futuro. De hecho, va a comenzar un largo viaje de dos años por el mundo, para «adquirir amplitud de miras».

—Viajar —suspiró ella—. Qué previsible.
—¿Qué tiene de malo viajar?
—Dirás huir de la realidad.
—A mí la realidad me parece que está sobrevalorada —dijo él, con la esperanza de dar una impresión oscura y carismática.
Ella hizo una mueca de desdén.
—Supongo que está bien, para el que se lo pueda permitir. ¿Por qué no dices «me voy dos años de vacaciones», que es lo mismo?

Empieza, así, la historia de una gran amistad, con sus idas y venidas. Porque, a veces, tienes la suerte de encontrar a personas muy diferentes a ti, que quizás no te comprendan demasiado, pero ante quienes te muestras como eres, sin artificio, porque no hay expectativas de ninguna clase. Es gente a quien le consientes cosas impensables, que en el resto significarían un «ahí te quedas». Y perdonas... para esas personas tienes una especie de perdón infinito, aunque sea en la distancia, porque sabes quiénes son.

—¡Venga, Em! Aún somos amigos, ¿no? Ya sé que he estado un poco raro, pero es que... —Ella se paró un momento, pero no se giró. Dexter supo que lloraba— ¿Emma?
Entonces ella se giró muy deprisa, se acercó y le cogió la cara, juntando sus mejillas (la de ella, húmeda y caliente), mientras le hablaba deprisa al oído. Durante un momento luminoso, Dexter pensó que le iba a perdonar.
—Dexter, te quiero mucho. Tanto, pero tanto... Y probablemente siempre te quiera. —Los labios de Emma le tocaron la mejilla—. Lo que pasa es que ya no me gustas. Lo siento.

Cartel de la película
Además, asistimos al crecimiento como personas de cada uno, a los fracasos e ilusiones rotas, pero también a sus éxitos. David Nicholls dibuja la transformación de toda una generación de jóvenes en adultos. ¿Y qué pasa si no cumples con lo preestablecido, si no sigues el canon?

Valiéndose de canciones, películas, libros y acontecimientos históricos, crea una fuerte complicidad con el lector y ése es uno de sus grandes aciertos. Porque, pese a no poseer una calidad literaria impresionante, consigue que todos —aunque no tengamos cum laude o no hayamos pisado Edimburgo— nos sintamos identificados, en mayor o menor medida.

Y, de nuevo, tenemos adaptación cinematográfica a las puertas. En esta ocasión, bajo la dirección de Lone Scherfig (An Education), Jim Sturgess (Jude en Across the Universe) hará que Anne Hathaway (Maggie en Love and Other Drugs) ponga los ojos en blanco más de una vez. Pero tendremos que esperar, porque, de momento, no ha sido estrenada. Aquí os dejamos el trailer.

También me he estado intentando leer los libros que me diste en Pascua, pero tengo que reconocer que Howards End se me atraganta un poco. Parece que lleven doscientas páginas bebiéndose la misma taza de té. Me paso el rato esperando a que alguien saque un cuchillo, o una invasión de extraterrestres, o lo que sea, pero no sale nada de eso, ¿verdad? Y digo... ¿cuándo dejarás de intentar culturizarme? Espero que nunca.
 
En definitiva, si os apetece reír y emocionaros —un poquito—, recordar viejas canciones y extrañas modas, Siempre el mismo día es vuestro libro.

Por último, tres cosas más. Lo primero, gracias por el préstamo, R(E)A. Lo segundo, nuestra eterna recomendación: tened cuidado con la información que buscáis en la red, si no queréis correr el riesgo de saber demasiado. Y lo tercero es...

¿Cómo te imagina(ba)s tú a los cuarenta?


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